Basta echar una mirada rápida a la mayoría de películas de superhéroes, que nos llegan hoy día desde Hollywood para apreciar que algo ha cambiado definitivamente en la esencia de estos justicieros contemporáneos, y sobre todo en nuestro interés por ellos. De primeras siguen resultando igual de atractivos. Pueden volar, escalar muros, o, si se lo proponen, detener el tiempo, pero sin embargo parece que ya no nos dicen lo mismo. La última oportunidad de comprobar esta mutación la ofreció el primer volumen de la que quiso y no pudo ser la serie de culto/revelación del año, Héroes. El principio de una saga sobre unos anónimos salvamundos que empiezan a desarrollar con relativa simultaneidad una serie de sorprendentes habilidades, encaminadas a evitar la destrucción de la ciudad de Nueva York. Así tenemos a una cheerleader que regenera sus tejidos musculares, a un candidato a las primarias de California que puede volar, o a un mendigo que posee el don de la invisibilidad.
No vamos a entrar en la calidad de los primeros 24 episodios de Héroes, cosa que ya hemos hecho suficientes veces aquí, en la web/fanzine del Doctor Geller. A cambio, por manido que resulte, sí vamos a contraponerla a la mismísima Perdidos, para ver si entendemos el porqué de que los superhéroes ya no nos seduzcan como antaño. En el episodio 3x21, Greatest hits, de Lost, Charlie Pace acude a socorrer a una mujer a la que están atracando en un callejón a las afueras del Covent Garden. El pobre, con el corazón todavía fuera, se ríe de su propia cobardía, sin poder creerse que haya conseguido ayudarla.
Ella, sin embargo, le replica que se ha comportado como un auténtico héroe y le pide que jamás permita que nadie se lo niegue. Charlie no tiene superpoderes, no se teletransporta, tampoco busca salvar a la humanidad, e incluso carece de valor. La última vez que se metió en una pelea tenía 5 años y encima la perdió y, sin embargo, ayuda a esa mujer porque cree que es lo correcto. Eso es lo que le hace incluso más que un héroe. Lo que hace a Perdidos mucho mejor que Héroes, y a esta última, tan sólo una devaluación de la primera. En estos tiempos de crisis, los superhéroes ya no se enfundan las mallas, ni disfrutan de visión de rayos-x, sino que se encierran en un búnker a pulsar un botón cada 108 minutos sin entender muy bien lo que están haciendo ahí. Si Superman existiera hoy día, no sería como Bryan Singer lo imaginó, ni tampoco como el Nathan Petrelli de Héroes, más bien aparcaría su capa y cogería un pasaje del vuelo 815, sin más poder que sus recuerdos, ni más certeza que la de no entender que pinta en toda esta historia.
Escrito por Ibán Manzano Prieto (pincha aquí para visitar su blog)
2 comentarios:
Charlie es mi favorito. El final de la tercera temporada me dejó hecha polvo.
Charlie nunca estuvo entre mis favoritos, pero el capítulo "Greatest Hits" es muy bueno. Me encantó, como el final de la tercera, muy grande.
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